

«Nunca guardes toda tu riqueza en el país donde vives, porque es posible que suceda cualquier cosa, y usualmente sucede». Con estas palabras, Adam Smith, anticipaba hace dos siglos la figura de los paraísos fiscales.
Una adecuada planificación de la fiscalidad internacional, osea el aprovechamiento eficaz de la pluralidad legislativa de la realidad global son como los medicamentos. Con un tratamiento bien diagnosticado, estas recetas económicas proporcionan saludables ventajas tributarias.
Lo cierto es que no hay país que se aprecie, europeo o americano, que no se ocupe de cultivar un terreno de su propiedad en el que se abone una fiscalidad atractiva. Los británicos usan las Islas del Canal y los americanos cuentan con Delawere. De lo que se trata no es tanto de reducir la presión fiscal de los residentes, sino de captar capital extranjero.
Una adecuada planificación de la fiscalidad internacional, osea el aprovechamiento eficaz de la pluralidad legislativa de la realidad global son como los medicamentos. Con un tratamiento bien diagnosticado, estas recetas económicas proporcionan saludables ventajas tributarias.
Lo cierto es que no hay país que se aprecie, europeo o americano, que no se ocupe de cultivar un terreno de su propiedad en el que se abone una fiscalidad atractiva. Los británicos usan las Islas del Canal y los americanos cuentan con Delawere. De lo que se trata no es tanto de reducir la presión fiscal de los residentes, sino de captar capital extranjero.

